lunes, 27 de enero de 2014

FELICIDADES WAWRINKA, GRACIAS RAFA


Tras la final de Open de Australia disputada ayer en la Rod Laver Arena de Melbourne, en la que Stanislas Wawrinka se alzó con su primer Grand Slam, la sensación que a muchos se nos quedó podría resumirse en la frase que da título a este post.

Lo que parecía un partido propicio para que Nadal se llevase su 14º Grand Slam se terminó convirtiendo en una lección de lucha y respeto hacia el rival del tenista de Manacor, que desde el calentamiento notó molestias en la espalda y que terminaría condicionando de forma decisiva el desarrollo de la final.


El desarrollo del primer set fue algo sorprendente, 6-3 a favor del suizo (nuevo número 1 de su país), ya que en sus 12 enfrentamientos previos con el tenista español no había conseguido ganar ni un solo set (perdiendo los 26). Sin embargo, lo que hizo saltar todas las alarmas fue la petición del fisioterapeuta de la ATP Hugo Granville por parte de Nadal en el transcurso del segundo set, cuando el marcador reflejaba 2-1 favorable para el suizo. Como se supo después de la final, Granville aplicó calor en la espalda del español y le inyectó antiinflamatorios para que el dolor remitiese, aunque fuese de forma mínima.


Este hecho provocó un gran enfado de Wawrinka, que no conocía el motivo por el cual Nadal solicitaba atención médica y así se lo hizo saber de forma airada al juez de silla, Carlos Ramos, que durante el primer set ya había amonestado al español por retrasar mucho sus saques.

La vuelta de Nadal a la pista vino marcada por aplausos y algunos abucheos del público local, que entendía la petición del español como una forma de parar el partido y cortar el ritmo de juego de su rival. Pero en la reanudación del juego se vio que no había excusa posible: Rafa Nadal estaba "tieso". Apenas corría en el fondo de la pista, se limitaba a devolver las pelotas que podía y lo que era más chocante, no podía ni saltar en los saques, manteniendo los dos pies en el suelo si realizaba un segundo saque.

Nadal, atendido por el fisio Hugo Granville durante el segundo set. Foto: MAST IRHAM (EFE)

Tras perder el juego inmediato a la reanudación de la final, Nadal tuvo que contenerse para no llorar mientras se tapaba con la toalla, lo que para los escépticos fue la muestra definitiva de que no había trampa alguna; su espalda no daba más de sí.

Pese a sus limitaciones físicas, Nadal no quiso retirarse, no en una final de Grand Slam, lo que podía desmerecer de cierta forma el triunfo de su rival. Ante la más que posible derrota, demostró una vez más que es un número 1 gane o pierda.

Rafa Nadal, en un descanso del partido. FOTO: BEN SOLOMON (TENNIS AUSTRALIA)

Wawrinka ganó también el segundo set en 38 minutos por 6-2, y cuando todo parecía visto para sentencia, Nadal, quién si no, vio posible una remontada imposible para el resto y se colocó 3-0 en el tercer set. Parecía que el tratamiento de Granville empezaba a hacer efecto de alguna forma, la velocidad de sus saques aumentó (de 150km/h en el segundo set a algunos de 180km/h) y Wawrinka se vio superado ante esta sorprendente recuperación. El set acabó 6-3 favorable al español, pero cuando se empezaba a vislumbrar esas mínimas opciones de remontada, Wawrinka recuperó su juego y con 3-3 en el cuarto logró un break, de inmediato recuperado por Nadal. Con 4-4, el suizo volvió a romper el saque del español y con saque para cerrar el partido, no perdonó, logrando su primer Grand Slam.

En la ceremonia de trofeos, Nadal se disculpó con el público australiano por no poder luchar al 100% durante la final, además de felicitar a Wawrinka por su primer 'grande'. El suizo respondió a los elogios con un emotivo "todos nos queremos ser como Rafa", en una muestra más del respeto que ambos tenistas se tienen.
Wawrinka (izqda.), Pete Sampras (centro) y Rafa Nadal (dcha.) durante la ceremonia de trofeos. FOTO: JOE CASTRO (EFE)
En el cuadro femenino, la victoria fue a parar a la china Na Li, que derrotó en la final a la eslovaca Dominika Cibulkova, por 7-6 (3) y 6-0 en una hora y 37 minutos.
Tanto en el torneo masculino como en el femenino, los cruces y pronósticos que se preveían fallaron de forma estrepitosa, como podéis comprobar en este enlace.



Aunque en el título no haga referencia a ello, también hay que mencionar al triunfo en el partido por el tercer y cuarto puesto a la selección española de balonmano, que se recuperó de la eliminación en semifinales a manos de Francia (30-27) y se impuso a Croacia 29-28. 

Es la quinta medalla de la selección de balonmano en los Europeos, el segundo bronce tras el conseguido en Croacia 2000.

Víctor Tomás y Viran Morros celebrando la medalla de bronce. FOTO: CLAUS FISKER (EFE)

En la final, la vigente campeona olímpica, Francia, arrolló a la anfitriona Dinamarca por 32-41. Los daneses han perdido en un año la final del Mundial de España y la del Europeo en su país. De esta forma, Francia afianza su leyenda de mejor selección de la historia, ya que desde el año 2006 acumula dos oros olímpicos (Pekín 2008 y Londres 2012), dos Mundiales (Croacia 2009 y Suecia 2011) y tres Europeos (Suiza 2006, Austria 2010 y Dinamarca 2014), ganando seis de los últimos nueve grandes torneos.

Joan Cañellas, máximo goleador del torneo, durante el partido ante Macedonia. FOTO: CLAUS FISKER (EFE)

Además, Joan Cañellas terminó el campeonato como máximo anotador con 50 goles, pero se quedó fuera del siete ideal del torneo (decisión algo controvertida) en el que sí entró Julen Aguinagalde como mejor pivote. El MVP del torneo fue para Nikola Karabatic.


FUENTES:



P.D. Quiero añadir que la idea del título del post me la ha dado @fernan_ruiz en la entrada que ha escrito hoy en su blog 'Dobles Figuras', que desde aquí os recomiendo leer.


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